En mi artículo anterior respondí a una de las dos falacias que a través del tiempo y de manera maliciosa han puesto a circular para tratar de afectar mi moral y credibilidad. En ese escrito y con evidencias pusimos al desnudo los argumentos de los que se dedican a dicha práctica maliciosa.
Claro, que sólo tocamos los aportes más importantes que a través de 40 años hemos realizado en Río San Juan, sin entrar en particularidades para no caer en tantos detalles. Por eso ahí no tocamos las múltiples actividades deportivas, sociales, culturales y comunitarias, así como las acciones de tipo personal.
La otra falacia que ese grupo de resentidos han esgrimido a través del tiempo, es de que nosotros hemos sido beneficiarios de Río San Juan por la política. Esto también lo voy a dejar bien claro, lo cual haré comenzando con la siguiente pregunta: ¿En que me he beneficiado de Río San Juan política y económicamente?
Bueno, llegué a RSJ en septiembre de 1982, con 27 años, una guagua, dos tanques y un pequeño capital, para comprar pescado y abastecer mi pescadería en Santiago. Trabajé duro, sin horarios y con determinación, para hacer avanzar ese negocio basado en la pesca
Debo reconocer el apoyo que desde un principio recibí de muchas personas, pero sobre todo de Milagros Bonilla, con quien siempre mantuve una relación de trabajo y amistad personal de doble vía.
Incursioné en política en María Trinidad Sanchez en el 2004, cuando junto a mi esposa Isabel Bonilla, dirigimos la campaña de Leonel Fernández, siendo la primera vez que el PLD logró ganar esa provincia. Después de eso seguí con mis negocios particulares, hasta que en el 2010, soy designado como Director General de Tránsito Terrestre.
Fui director de esa institución hasta el 2017 y luego designado como director ejecutivo de la CCDF. Ninguna de esas posiciones está en MTS ni en RSJ, lo cual nunca impidió que desde esos estamentos gubernamentales ayudáramos y gestionáramos para el municipio y la provincia.
Si hubiera querido ser diputado, gobernador o alcalde de RSJ, tenía todo a mi favor, pero siempre lo rechazamos, por estar muy consciente de las tierras movedizas en que nos movíamos. Imagínense que aun así dicen que me aproveche del pueblo, si hubiese ostentado una posición electiva o política, lo menos es que me hubieran crucificado.
Cuando me tocó dirigir la distribución de los apartamentos de la Tierra, de manera directa entregué más de 25 y que alguien diga que le solicitara alguna retribución. Lo mismo con los cientos de empleos que logramos, muchas veces con un esfuerzo de tiempo y persistencia que nadie se imagina.
Que alguien diga que le hemos hecho presión por haberle asignado un apartamento o canalizado un trabajo para que apoyen a algún candidato. Siempre actuamos sin sectarismo, favoreciendo también personas de otras parcelas políticas, porque no creo en eso de excluir a nadie por su militancia partidaria.
En realidad, este es un tema que se me hace difícil tocarlo, sobre el cual tengo años oyendo tanta blasfemia, pero decidí hacerlo para definitivamente dejarlo claro ante la comunidad. Si a partir de ahí quieren seguir con sus ladridos, aullando sus frustraciones y fracasos, ese será su problema.
Modestamente quiero decir que en términos de beneficio materiales por política, no le debo nada a RSJ, lo cual siendo Justo debería verse de manera inversa. Si algo le debo al municipio y no tiene precio es haber conocido a mi esposa, un tesoro cuyo valor sobrepasa lo imaginable.
También le debo a RSJ haber conocido personas honorables, adornadas de decoro y dignidad, con quienes he establecido un vínculo de amistad indisoluble y eterno. En sentido general le agradezco la acogida que la mayoría de los conciudadanos me ha dispensado. Gracias del alma por eso.
Con el artículo anterior y éste me despido del tema y a mis detractores les deseo suerte, con quienes no comulgo son su visión de la vida, aunque la respeto como auténtico demócrata que soy, siempre y cuando no crucen ciertos límites, porque entonces la respuesta ya será a nivel de la justicia.
Los estoicos nos aconsejan que lo que no depende de nosotros lo dejemos fluir, pero también nos dicen que hay momentos donde es aconsejable tomar las armas para defender el honor, tal y como lo hizo el emperador estoico, Marcos Aurelio.