Había prometido hablar en algún momento sobre el proceso electoral, el cual en realidad ha sido muy traumático, por los intereses y acciones basadas más en el odio que en la política.
De manera particular no me voy a referir a nadie, porque entiendo que todo pasa, aunque deje sus huellas y recuerdos no deseados. Por la gran cantidad de eventos electorales en que he participado, he aprendido a observar y jamás guardar rencor hacia nadie.
Después que pasen las elecciones todo vuelve a la normalidad, de una manera u otra nos seguiremos viendo la cara y quizás quien fue tu adversario en el proceso, en alguna circunstancia te brinda una mano amiga, mientras quienes fungieron como aliados, simplemente te dan la espalda cuando lo necesites.
Así es la vida y sobre todo la política, por lo que es mejor no pasar los límites, que puedan afectar amistades de décadas. Porque siempre y cuando las diferencias se mantengan dentro del respeto, sin afectar la moral e integridad personal, todo es subsanable en poco tiempo.
Aunque a veces se abren heridas que ni el tiempo logra cicatrizar, creando enemistades personales, de familias que han cohabitado por muchos años y donde los ancestros han tenido una relación que los descendientes deben respetar en su honor.
En este proceso he oído tantas cosas esgrimidas en mi contra, por personas que en la vida lo único que he hecho es apoyarlos a ellos y su familia. Debo admitir que en ocasiones me he sentido mal, pero luego saco dentro de mí, la enseñanza estoica y me calmo al hacer conciencia, que jamás podremos cambiar lo que no depende de nosotros.
El estoicismo me ha enseñado, que cuando la mente de una persona es controlada por pensamientos negativos, como la frustración, el fracaso, la envidia, el resentimiento y el odio, sus sentimientos y acciones irán a tono con esos pensamientos. No es su culpa que actúen de esa manera, porque su mente no es libre, sino prisionera de una cárcel tóxica.
En nuestro pueblo la mayoría de las personas son buenas, hospitalarias y solidarias, aunque por la bulla y el alboroto que hacen los que no albergan esos sentimientos honorables, deciden mantenerse pasivas, pero observando la actitud de cada quien.
A pesar de esos ataques y calumnias que en ocasiones pasaron los límites, estoy y siempre estaré vinculado a mi pueblo, porque le agradezco a muchas personas, la amistad sincera que me han brindado. Los menos jamás me harán desvincularme de quien me adoptó como uno de los suyos.
En esta navidad aprovecho para pedirle que hagan un alto y reflexionen, tanto a los que predican la palabra de Dios a través de una religión, como a los que lo hacen simplemente desde su corazón. Es el momento de ir hacia adentro de nuestro ser, observar si estamos haciendo o no lo correcto, si lo estamos haciendo bien, excelente, de lo contrario, hacer un esfuerzo para rectificar nuestra conducta.
La política no debe de ser para separar, sino para crear un puente de unión entre todos los participantes, aceptando la voluntad de la mayoría, vaya o no a nuestro favor. Si logramos hacerlo de esa manera, sin importar quien salga victorioso, tendremos después de las elecciones, un Río San Juan, más compacto en torno a lograr los objetivos que beneficien la comunidad.
A los que se han esmerado en agredirme de diferentes maneras, quiero decirles, que el problema no soy yo, que el problema búsquelo dentro de ustedes. Si por diversas razones han tenido dificultad en la vida, para avanzar y crecer, material o espiritualmente, no culpen de su fracaso a otra persona, sino que tengan la humildad de reconocer que no han hecho lo correcto.
Sólo cuando tenemos la valentía de reconocer que somos los únicos responsables de nuestras decisiones, comenzamos a ver las cosas de otra manera. Mientras sigamos echándoles la culpa a terceros, reencauzar la vida, tomando el camino adecuado, cada día se hará más difícil.
De mi parte quiere agradecer desde el alma, a tantas personas que me han mostrado afectos y una amistad no sustentada en la conveniencia. A todos ellos mi cariño y respeto eterno, por ser seres humanos de buen corazón y de alma limpia.
A quienes, empujados por sentimientos negativos, han difundido calumnias y ataques personales en mi contra, también los entiendo y como demócrata que soy, respeto sus opiniones y les deseo paz en su alma y tranquilidad en su espíritu.