UNA GENERACIÓN MARAVILLOSA (50+)

Luis Estrella (Fuente externa)

En el momento que menos esperamos y cuando nuestra mente se encuentra distraída, nos llegan vídeos de amigos, donde se manifiestan mensajes hermosos y de gran significado para nuestra existencia. En el día de ayer me llegó un vídeo, con un mensaje que me motivó al punto, que decidí escribir a cerca de su contenido.

      El vídeo se refiere a la generación de los que ya sobrepasamos los 50 años, la que es considerada una generación extraordinaria por el interlocutor de la narrativa. Lo escuché con atención y puedo decir que estoy de acuerdo con ese calificativo, por lo que voy a tratar de resumirlo de manera breve.

          Somos una generación que tiene mucho que aportar y enseñar a las nuevas generaciones, ya que nos caracterizamos por el respeto y consideración, no solo a los padres, sino a los tíos, los abuelos, los profesores y las personas de edad avanzada. Eso en este tiempo es una quimera, algo muy escaso y limitado.

         El psicólogo era la chancleta o la varita cuidadosamente conservada, aunque solo era necesario una mirada para ponernos en sintonía. En esa época no había seguro médico privado, pero nos pegábamos de la manguera para beber agua, nos bañábamos en las cunetas sucias y nada pasaba.

           Era una generación trabajadora y honrada, con mucha educación sin importar el nivel académico, porque la educación no se obtiene de los títulos y maestrías, sino de la actitud ante la vida. Asistíamos a escuelas públicas, ya que era muy difícil tener el privilegio de estudiar en colegios privados o el exterior.

           Nadie se atrevía a levantarle la voz a su papá o mamá, lo cual ahora es tan común, que muchas veces los roles se invierten y los hijos parecen ser los padres. Era una generación donde los principios y valores prevalecían por encima de todo, así como la honradez y la voluntad de abrirse camino de manera digna en la vida.

          No necesitábamos tabletas ni celulares, jugábamos y gozábamos tanto bañándonos cuando llovía, colocándonos debajo de los caños para recibir el agua lluvia y hasta beberla. Jugar al burro, al topao, la escondida, libertad, al trompo, bolitas y correr con el palo de escoba, simulando el galope del caballo.

         Cuanto disfrutábamos ir a los montes, a pescar pececillos en los laguitos, agarrar chicharras, sacar cacatas echándoles agua a los hoyos, cazar cualquier ave y luego terminar tirándonos en alguna cañada para culminar la experiencia. Los que vivíamos en la costa, salíamos con las aguas de mayo a agarrar cangrejos, para luego llegar al barrio, echarlos en una lata a hervir y luego todos como hermanos disfrutar del delicioso marisco.

             La crianza y la formación era más sana, con menos contaminación visual y digital, había que hacerse hombre o mujer a temprana edad, porque eso de estar hasta los 30 años o más como en estos tiempos, dentro del hogar familiar se consideraba una blasfemia. Los mantenidos no existían, había que salir a trabajar, tomar un camino independiente, formar su propia familia, porque de lo contrario, se le consideraba mamitos.

            Los pleitos eran de honor, primero el desafío, luego se ponían las rayitas para ver quien se atrevía a pisarla, porque de inmediato los golpes comenzaban. Cuando el desafío era en la escuela, a la salida se hacía el famoso círculo, para dentro de él empezar la batalla limpia y sin ventajas, hasta que cansados o por la separación de alguien mayor culminaba la batalla.

             En realidad, son otros tiempos, la evolución ha sido muy repentina, principalmente después del avance de la tecnología. Es indiscutible que los cambios evolutivos han ido más rápidos que los cambios en nuestro cerebro, por lo que no es tan fácil entenderlos y asimilarlos. Pero hay que hacerlo.

        De lo que si estoy consciente es de que las nuevas generaciones, a pesar de sentirse superiores a los de nuestra generación, por dominar con facilidad la vida digital, tienen mucho que aprender. Cuando en algún momento la luz ilumine su cerebro, podrán entender que la sabiduría se adquiere con los años y la experiencia. 

        Solo nos queda ayudarlos y protegerlos aun en su soberbia y altanería de creer que todo lo saben y que están por encima del bien y el mal. Ojalá que, en algún momento de su vida, comprendan que nuestra generación con sus fallas y errores es simplemente maravillosa.                        

Somos análogos ante las nuevas generaciones de Milenios, Alfa, Zeta y Beta, pero tenemos mucho que enseñarles, sobre todo principios, disciplina, respeto, consideración, amor solidario, educación y VALORES MORALES.

Redacción

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