En mi obra más reciente: “Fuente de Sabiduría”, hay un relato que trata de la doble moral en la política, al cual voy a referirme por estar en las puertas de un proceso electoral y son situaciones que se dan de manera muy frecuente. Veamos el relato.
La esposa de un candidato presidencial que iba por la reelección, decidió jugarle una broma, invitándolo a tener una conversación sobre un tema que le estaba preocupando mucho. Le dijo, esposo, no te han informado que tu vicepresidente está organizando su equipo para enfrentarte en las elecciones.
Eso no me sorprende, le contesta, ya que ese es un hipócrita, un charlatán, que no está preso porque su padre tiene mucho peso moral en la sociedad. De todas maneras, lo voy a hundir ya que tengo muchas conversaciones que he ido grabando para cuando me traicionara.
Pero eso no les todo le dice la esposa; también tu asistente personal se prepara para anunciar su candidatura. Otro rastrero, que haré que lo investiguen por corrupción, le responde el candidato lleno de rabia e indignación. “Tengo fotos de esa porquería de hombre, que cuando salgan, tendrá que enterrarse vivo”.
Al verlo tan histérico, la esposa le dice, cálmate amor, ya que es una broma, acabo de hablar con los dos y te apoyarán totalmente en tu campaña para la reelección.
El candidato con una gran sonrisa le dice a su esposa: Con esa broma me has hecho decir cosas horribles, de dos de las mejores personas de nuestro partido, incuestionables, impolutos y leales a mi causa
Este relato nos enseña cómo reacciona el cerebro de alguien ante la misma persona, dependiendo de si lo apoya o no. Si es fiel a su causa es perfecto e intachable, en cambio si toma otro sendero, pasa a ser un ser de la peor calaña.
Esto es doble moral, de lo cual adolecen la mayoría de nuestros políticos, cuyo discurso cambia en fracciones de minutos, dependiendo de como afecte sus intereses. Gran hipocresía, falta de honor y de dignidad cuando esto ocurre.
Quien incursione en la vida política debe aprender, para diferenciarse de los demagogos de coyunturas, que debe actuar con coherencia, respeto y consideración, cuando alguien que ha estado a su lado decide cerrar un proceso, para asumir otra causa.
Cuando esto pasa todo lo realizado por años y hasta décadas pasa al olvido, la gratitud es sepultada, lo positivo es ignorado, los aportes son desconocidos. Ya sólo se observa el momento, los intereses que están en sus narices y lo demás fue una ficción o una simple quimera.
Un político sólo llega a comprender esta situación, cuando sale de la inconsciencia y es capaz de observar desde el corazón los acontecimientos. Cuando se desprende de resentimientos, rencor, odio y envidia.
Cuando un político llega a este nivel de madurez, disfruta esa actividad, porque ya tiene la capacidad de separar la política de lo personal, limpiando su alma de los residuos que deja un alma perturbada, confusa y divagante.