EPICURO
Nació en la isla de Samos en el 341 a.c., de padres atenienses, impartió clases en Anatolia antes de fundar su propia escuela, llamada el Jardín. Su corriente filosófica recibió el nombre del epicureísmo.
Epicuro sostenía que el fin último del ser humano era la felicidad, entendida como la ausencia de dolor físico y de malestar psíquico. En la entrada de su escuela, tenía un cartel que decía: “Forastero, aquí harás bien en detenerte, aquí, nuestro mayor bien es el placer “
En su escuela aceptó prostitutas y esclavos, por lo que fue catalogada como hedonista. Señalaba Epicuro que el miedo a la muerte, era el principal motivo de una angustia, causante de deseos irracionales y extremos por eludir el fatídico día.
Era un empirista por convicción, por lo que consideraba que la observación directa y la deducción eran lo único necesario para explicar el mundo. Por lo que sostenía que, una vez suprimidos los miedos y deseos irracionales, la gente sería libre de buscar placeres más modestos y alcanzables, pudiendo de esa manera disfrutar de la consiguiente paz mental.
Para Epicuro la amistad era uno de los mayores placeres de la vida, por lo que afirmaba que los deseos naturales, valían más que los deseos vanos. Su frase más célebre fue la siguiente:
“La muerte, el más terrible de los males, no es nada para nosotros, ya que cuando somos, la muerte no es, y cuando la muerte llega, no somos”.