Esta fábula se aplica perfectamente a la realidad actual, donde se llega a sacrificar la eficiencia y productividad en cualquier actividad, para implementar mecanismos burocráticos, que lo único que hacen es complicar y desmotivar a los entes productivos, de una organización, empresa u órganos de servicios públicos.
Había una hormiga que llegaba todos los días muy temprano a su trabajo, trabajaba sin descanso, con entusiasmo, era inmensamente feliz y su rendimiento era excelente. El Leon que era su jefe, pensó que si rendía tanto sin una adecuada supervisión, ese rendimiento se multiplicaría si era debidamente supervisada.
El Leon entonces decide contratar a la cucaracha, quien tenía fama de ser una excelente supervisora y era famosa por redactar unos fantásticos informes. Lo primero que hizo la cucaracha en su nuevo trabajo, fue crear un sistema de fichaje de entrada y salida de los empleados, con el fin de vigilar la presencia de todos los empleados.
Después de terminar con el control de presencia, decidió buscar una secretaría que la ayudara a redactar los informes, organizará los documentos y contestara el teléfono. Después de varias entrevistas contrató a la araña, la cual fascinó al Leon con sus informes, por lo que éste le pidió que añadiera gráficos, para describir las tendencias y rangos de producción y así presentarlos en el consejo de administración.
La cucaracha decidió entonces que necesitaba un ordenador y una impresora láser para mejorar los informes de producción, en ese momento se dieron cuenta que con ese equipamiento necesitaban un manager de informática, para mantener la impresora y el ordenador.
La hormiga entretanto que un día fue tan productiva, comenzó a sentirse agobiada por todos los datos e informes que le pedía la cucaracha y que ahora consumían un gran parte de su tiempo, que antes dedicaba al trabajo.
El Leon se percató de la situación y decidió que era el momento de contratar un jefe de departamento en él área que estaba la hormiga, ya que estaba creciendo a buen ritmo. Después de un proceso largo de selección, contrató a la cigarra, quien desde que se hizo cargo del departamento, decidió traer un asistente de su antiguo trabajo, la purga.
Juntos, la cigarra y la purga, elaboraron una estrategia de mejora para el departamento y un control de presupuesto. En medio de este crecimiento abrupto, estaba la hormiga que que cada día se sentía más triste y desmotivadla. El gerente cigarra habló con el Leon para mostrarle que necesitaban invertir en un estudio de clima laboral.
El Leon estuvo de acuerdo, pero al analizar las finanzas se dio cuenta que la unidad en que trabajaba la hormiga ya no rendía como antes, por lo que contrato la lechuza que era una consultora famosa para que hiciera un diagnóstico de la situación.
La lechuza trabajó tres meses en ese diagnóstico y en su extenso informe de conclusiones, afirmó que había mucha gente en la compañía, por lo que había que despedir a alguien que bajara el costo.
La hormiga a pesar de que había rendido mucho en sus años de labor ininterrumpida, estaba desmotivaba y ya no podía seguir el ritmo impuesto por los nuevos funcionarios, por lo que fue despedida sin ninguna contemplación.
El Leon arrastrado por la codicia y la ambición, se olvidó de los aportes que desde un principio hizo la hormiga para la empresa, por lo que en vez de invertir en mejorar las condiciones de trabajo para que ésta rendiera más, lo que hizo fue crear una red burocrática, que complicó tanto las cosas, que terminó desmotivando a los mejores trabajadores.
Cuando se actúa con esa actitud, aunque seas o te creas un leon, puedes terminar echando todo a perder, porque la codicia y la ambición te pueden conducir a olvidarte de los aportes de una simple hormiga.