En nuestro País se ha hecho una norma criticarlo todo, sin importar que con esa actitud tremendista, se afecte reputaciones, se cree un ambiente negativo, se promuevan confrontaciones innecesarias y no se aporte nada para el avance y desarrollo en beneficio de la población.
Si tenemos reales intenciones favorables y sanas para la mayoría, lo correcto es hacer críticas constructivas, presentando soluciones, alternativas y buscando el consenso.
En los últimos días he oído dirigentes políticos ante el caso de las reservas, esgrimiendo discursos de barricada, amenazando con crear una crisis política e inclusive vociferando que si la JCE no cambia su postura, podrían boicotear las elecciones municipales y presidenciales.
Pero por Dios y quienes son que están ocupando la primera línea de organizaciones que tienen una larga experiencia de Estado. Al parecer son dirigentes sin ninguna experiencia, madurez y visión de Nación, pero por el protagonismo para ganar atención pública, están comprometiendo esos partidos con sus dislates demenciales.
La constitución y las leyes establecen cuáles son los procedimientos a usar cuando no se está de acuerdo con una decisión. Simplemente es recurrir esa resolución, primero en revisión ante la misma JCE, luego está el TSE y finalmente el TC.
Nadie está por encima de la ley y la constitución, por lo que la institucionalidad es sagrada y cuando esto se vulnera podemos caer en una situación como viven otros países de la Región y el mundo. Hay muchos ejemplos para no citar algunos en particular.
Es importante que las organizaciones políticas, elijan voceros prudentes, capacitados, con visión de Estado, responsables y sobre todo que piensen en el País. Cada vez que dirigentes improvisados que sólo buscan llamar la atención, se pronuncian en esos términos guerreristas, le hacen un gran daño al partido que pertenecen.
Los dominicanos lo que quieren es un País estable, seguro y que genere confianza, al margen de quien sea quien los gobierne en una coyuntura determinada. Querer conducirnos por el camino del caos y la anarquía no favorece ni aporta nada positivo.
En un País democrático debe existir la libertad de la crítica, eso es positivo y ayuda a que se corrijan errores y se retome el camino correcto cuando desde el gobierno se han desviado hacia otro sendero.
Pero eso siempre debe hacerse dentro del ámbito del respeto, con propuestas y aportes, no asumiendo el síndrome de criticarlo todo, para ganar posicionamiento particular.
El pueblo observa y juzga, aunque quienes actúan para hacer daño, crean lo contrario, ya que su mente obnubilada le obstruye la visión más allá de sus propias narices.
La constitución y las leyes son la garantía para la institucionalidad y un Estado Social Democrático y de Derecho.