EL KINTSUGI JAPONÉS

Isabel Bonilla (Fuente Externa)

En días pasados hablaba con mi esposo que tiene una gran inclinación hacia los relatos orientales, sobre una asombrosa enseñanza que me compartió una amiga, que atesora mucha sabiduría debido a su vasta cultura.

      La conversación se inició por un objeto artesanal que le había regalado por un motivo muy especial. Ese obsequio lo escogí con sumo cuidado, por su reconocida perfección y exquisito gusto, a pesar de reconocer que estos artículos, por su naturaleza son imperfectos, ya que cada pieza es única e irrepetible y sus etiquetas reflejan esas características.

          En esa oportunidad, mi amiga me dijo, que por ser artesanal, su belleza está en su imperfección, tal y como sucede en la artesanía japonesa.

         Ese arte japonés lleva por nombre kintsugi (costura de oro) que consiste en la reparación de cerámicas, uniendo las piezas rotas sin intentar ocultar la rotura, sino en resaltarlas, pues una vez pegadas con resina, rocían las uniones(costuras) con polvo de oro, haciendo una vasija más valiosa que antes de romperse.

         Este antiguo arte japonés forma parte de la filosofía oriental y significa que cada rotura que sufre el ser humano, puede convertirse en una oportunidad para hacerse más valioso. 

          Si observamos el kintaugi desde esa perspectiva, como una posibilidad de restaurar o curar nuestras heridas, fracasos, caídas, decepciones o frustraciones, en lugar de ocultarlas detrás del resentimiento, rencor, venganza, simulación y ostentación, podríamos renacer como mejores seres humanos.

          Al transitar por el camino de la vida, enfrentamos desafíos, celebramos éxitos y lloramos por nuestros errores, por nuestra condición de seres imperfectos. Por lo que es importante aprender que hay belleza en lo imperfecto, que tenemos el poder de repararnos, exhibir nuestras cicatrices y permitir que ellas nos convierten en almas más valiosas, si asumimos el coraje de practicar el KINTSUGI.

      Por Isabel Bonilla.

Redacción

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