En los momentos actuales el panorama electoral luce muy indefinido, por lo que las encuestas sólo indican dos cosas, que habrá segunda vuelta y que la confrontación final será entre Luis Abinader y Leonel Fernández.
Todo el que haga proselitismo sustentado en otras conclusiones, sabe en el fondo que le está faltando a la verdad. Ningún dirigente político de alguna trascendencia puede ponerse de espalda a esta cruda realidad, a menos que lo haga de manera consciente para mantener algún nivel de esperanza.
Afirmo esto de manera tan concluyente, porque las cúpulas de todos los partidos tienen acceso a las mediciones que realizan tanto sus organizaciones, como el empresariado y hasta la Embajada de Estados Unidos.
Este proceso del 2024 tiene cierta similitud con el de 1996, donde al igual que en la actualidad, las mediciones siempre indicaron una segunda vuelta y que la confrontación final sería entre Peña Gómez y Leonel Fernández.
Al final la tercera fuerza fue quien decidió las elecciones, con la creación del Frente Patriótico. La diferencia del 1996 al proceso actual, podría estar en que Balaguer tenía en pleno control del Partido Reformista y logró que casi un 80% de quienes votaron en primera vuelta por el PRSC, lo hicieran por Leonel en la segunda.
Ahora la situación podría ser diferente, ya que la tercera fuerza que es el PLD, no luce tan compactado para lograr que la votación que obtengan en primera vuelta, lo haga de manera mayoritaria por uno de los dos candidatos que participen en segunda vuelta.
El candidato del PLD, Abel Martínez, luce que se inclinaría por Leonel Fernández en una segunda vuelta, pero el danilismo y peledeismo ortodoxo no infiere que iría en esa dirección, por el nivel de confrontación y resentimiento que albergan, por entender que Leonel fue el responsable de sacar al PLD del poder.
Los próximos meses podrían manifestar algún cambio en el panorama político electoral, que permita a los científicos de la política, poder tener una mejor interpretación de la realidad y por ende hacer vaticinios que lleven claridad a este complicado y convulso proceso electoral.
Recuerden que la dialéctica indica que todo está sometido a cambio permanente, por lo que acontecimientos inesperados pueden variar bruscamente la realidad electoral del momento.
Si esto ocurriera, entonces el panorama de segunda vuelta podría desvanecerse y dar paso a otra situación, que implicaría una clara definición en primera vuelta, con los protagonistas jugando un rol diferente.
Esperemos y el tiempo nos aclarará las cosas, para pasar de un cielo nublado y enturbiado por un clima inestable, a uno claro, donde predomine un cielo adornado por un sol brillante y reluciente.
(Comentario de la redacción del periódico)