EL AMOR INCONDICIONAL DE LOS PADRES(33)

Luis Estrella (Fuente externa)

   “Todo padre debería recordar que un día sus hijos seguirán su ejemplo, no sus consejos”.

                 CHARLES F. KETHERING.

EL AMOR INCONDICIONAL DE LOS PADRES.

     En la ciudad de New York, una pareja de esposos tuvieron dos hijos, un varón y una hembra, los cuales como es natural crecieron y se hicieron profesionales. El varón ingeniero y la hembra doctora en medicina.

          Llegó el momento en que ambos, casi al mismo tiempo se trasladaron a otras ciudades, el varón a la Florida y la hembra a California. En principio ambos prometieron visitar sus padres los fines de semana, los cuales se convirtieron primero en meses y luego en años.

          El padre los llamaba, en ocasiones para preguntarle cómo estaban, o simplemente para oír su voz. Las conversaciones eran muy breves, ya que los jóvenes por su trabajo y responsabilidad, siempre estaban ocupados.

    El padre un día dejó de llamar, lo cual los hijos no lo notaron, porque su complicada agenda los mantenía ocupados. Pasaron los meses y recibieron una llamada de su madre en horas de la madrugada, para decirles que su padre estaba en el hospital y que no le quedaba mucho tiempo de vida.

        Los hijos salieron de inmediato hacia New York y cuando llegaron entre lágrimas le dijeron a su padre, que por qué razón no les había dicho nada sobre su enfermedad. El papá con una voz apenas audible, le respondió, que no lo había hecho porque sabía lo ocupados que estaban y quería que ellos vivieran la vida sin culpas, pero que siempre estuvo orgulloso de ellos.

        Ambos hijos se quedaron en silencio, lloraron y se mantuvieron con su padre hasta que exhaló el último suspiro de vida. Al salir del hospital el varón encontró una carta en el asiento del coche. Era de su padre y decía: “hijos si están leyendo esto, es porque ya no estoy, pero no estén tristes. Les di lo mejor de mí cuando estaban conmigo y aunque la vida los alejó, nunca dejé de estar con ustedes en silencio. Sólo quería que fueran felices y cuando tengan hijos, no lo suelten. El amor no se mide por la presencia, sino por el corazón”.

       Cuando los hijos volvieron a sus casas y desde ese día, jamás dejaron de llamar a su mamá, ni de abrazar a sus hijos cada noche cuando estos nacieron.

     ENSEÑANZA:

         A veces nos llegamos a creer que tenemos todo el tiempo disponible, pero cuando éste se desvanece es que nos damos cuenta de su importancia, aunque desgraciadamente ya es muy tarde. Por esa razón, las personas que amamos debemos llamarla, abrazarla y visitarlas, antes que esto ya no sea posible.

         Por ley de la naturaleza los padres se irán de este mundo antes que los hijos, por lo que sin importar su personalidad o temperamento, los hijos están en el deber de mantener el vínculo afectivo con sus padres. Claro, que hay padres irresponsables, que no les interesa ninguna relación con sus hijos, lo cual es algo entendible si entre ellos no existen vínculos normales.

            El único amor incondicional es el de los padres hacia sus hijos, es un amor sin límites, sin condiciones, puro y sublime. El amor de los hijos hacia los padres, aunque no sea de la misma magnitud, lo esperado es que por lo menos sea considerado.

         En mi caso observé la desaparición física de mis padres, los amé y respeté hasta el último momento, quizás pude compartir con ellos más tiempo de calidad. Pero pude vivir su evolución, primero en personas mayores, luego su envejecimiento y finalmente su deterioro y muerte física. Mi gran satisfacción es que nunca les hablé en un tono desconsiderado, ni jamás le levanté la voz, aún estuvieran equivocados en algunas acciones.

           Los hijos siempre deben colocar a sus padres en un lugar sagrado, estar siempre atentos, darle seguimiento, no solo con cuestiones materiales, sino con una devoción salida de lo más profundo del corazón. En algún momento se irán y ya no podrán compartir algún tiempo con ellos, ni expresarle lo que lo quieren.

       Mientras los padres envejecen, los hijos crecen, abandonan el nido y construyen su propia familia, lo cual es una ley inexorable de la existencia. Al momento de tener sus hijos, es que comienza la verdadera valoración de los padres, porque es cuando se hace conciencia de lo que significa un amor incondicional.

           Lo más sagrado de un hijo hacia un padre, no es el amor, que siempre debe de ser exquisito, tierno y abnegado, sino la CONSIDERACIÓN Y EL RESPETO. No existe un dolor más profundo para un padre, que la agresión verbal de un hijo, sin que éste tome en cuenta, la solemnidad que inspiran sus años, sus canas, sus arrugas, el envejecimiento natural y la bendición de haberlos procreado: 

       Esto es algo que ocurre con frecuencia y que ha aumentado en los tiempos modernos, aún así no disminuye al amor de un padre hacia un hijo, porque sencillamente es un AMOR INCONDICIONAL.

Redacción

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