Un poco de historia

(Fuente Externa)

Carta de una autora desconocida

En el día de hoy vamos a reproducir una carta de una autora desconocida, como una manera de llamar la atención, a las madres y padres que por llevar una vida tan acelerada, están impedidos de disfrutar algo tan maravilloso como es la niñez de sus hijos. La ambición en ocasiones, sólo nos permite ver el propósito, olvidándonos de disfrutar el trayecto.

Por lo general nuestra ira, lo volcamos sobre terceros, que no son el origen de nuestros problemas, pero que nos permiten hacernos la víctima y así justificar nuestro endemoniado mal humor.

    Les presentamos la carta:

“Mi querida hija: Llevo un rato observando el suave ritmo de tu respiración mientras duermes. Contemplo tus ojos cerrados, al pacífico de tu rostro. Hace unos minutos, sentada frente an mis papeles, he sentido una creciente tristeza al revisar la jornada de hoy. No he logrado concentrarme por más tiempo en el trabajo, de modo que aquí me tienes, hablando contigo en silencio, despacio, mientras descansas.

Por la mañana te he regañado porque consideré que te vestías con lentitud. Luego, en el desayuno, te llamé torpe al ver los cereales desparramados, que recogí entre bufido. Cuando abrías la puerta para salir al colegio, te he despedido con un beso fugaz mientras te reprochaba no saber como se mira un reloj. Tú me has sonreído dócilmente y me has dicho.

  Adiós, mamá.

Por la tarde, mientras hacías ruido mientras jugaba con tus muñecos, impaciente te he pedido que dejes de hacer ruido y te he ordenado con tono de sargento:

Has los deberes ahora mismo y deja de perder el tiempo. Por la noche yo continuaba ocupada con mi teléfono y te has acercado con paso vacilante.

         ~Mamá me has llamado.

          !Qué pasa ahora! —resoplé creyéndome una víctima importante.

         – Leemos un cuento?

          ¡Estoy trabajando!

           Al verte inmóvil, junto a mí, he destruido el rescoldo de tus esperanzas diciéndote abruptamente:

         -Tu cuarto continúa desordenado. ¿Cuántas veces tengo que decírtelo?  ¡Vete a recogerlo ahora mismo!

          Te alejaste cabizbaja hacia tu habitación. Al cabo de un rato has asomado la cabeza por la puerta.

          ! Sigues aquí—espeté enfadada.

          Tú, sin decir palabra, te has acercado y, echándome los brazos al cuello, me has besado la mejilla.

         — Por qué me gritas tanto con lo que yo te quiero? — has dicho.

Y luego, tan sigilosamente como apareciste, te has marchado. Yo me he quedado un rato con la mirada fija, invadida por el remordimiento, preguntándome en qué momento del día he perdido la orientación y a qué precio. Tú no eres el origen o la causa de mi mal humor, sólo eres una niña ocupada en la tarea de crecer, mientras yo, derramada en el mundo de tareas de adulto, te he exigido soportar la alteración de mi carácter y mi falta de ternura. A pesar de todo, me has regalado un beso, y ahora al verte dormir, deseo que el día vuelva a empezar para ofrecerte una sonrisa en la mañana, una palabra de aliento por la tarde, un cuento antes de dormir y, sobre todo, para permitirme el lujo de disfrutar siendo tu mamá “

Redacción

Conciencia RD surge con la idea de ser una página plural, objetiva y con el compromiso de ayudar a los lectores a formarse una opinión propia de los temas de su preferencia.

Deja un comentario

Your email address will not be published.