Dentro de los homos sapiens, existía un País sólo de sapos.
Todos los años para navidad se realizaba una carrera, cuyo objetivo era llegar a la cima de un alta torre. Los sapos iniciaron la carrera después de oír el disparo que anunciaba la salida.
Como el criterio generalizado era que nadie podía llegar, como en todas las ocasiones, la multitud comenzó con su acostumbrada perorata negativa: “No lo van a lograr, la torre es muy alta”. “Que lastima, es muy difícil”.
Ante ese ambiente de pesimismo, la mayoría de sapos comenzó a desistir, a excepción de uno, que persistió tranquilo, hasta que llegó a la cima De la torre.
Cuando fueron a entregarle el premio, para sorpresa de todos, el sapo era sordo.
La moraleja de este relato, lo que nos dice es que hay circunstancias que para avanzar en la vida, hay que hacerse el sordo, ante los augurios pesimistas y seguir hacia adelante, con firmeza y persistencia.
Cuando elegimos tomar un camino, asumir una empresa y trazarnos una meta, por lo general encontramos muchas personas que nos aconsejan lo arriesgado que eso puede representar para nuestra vida.
Con esto no digo que no tomemos en cuenta las opiniones de los demás, sino que cuando se llega a un nivel de conciencia en relación a decisiones trascendentales en nuestras vidas, no podemos mirar hacia atrás. Si lo hacemos jamás lograremos llegar a la meta.
A veces es mejor hacer el sordo.
Por Luis Estrella