Cuentos y relatos comentados (2)

Luis Estrella (Fuente externa)

 “No hagas el bien si no tienes la fuerza para soportar la ingratitud”

CONFUCIO.

QUE TU MANO IZQUIERDA NO SEPA LO QUE HIZO LA MANO DERECHA.

Jesús en su habitual recorrido junto a sus discípulos, para ir esparciendo sus palabras dirigidas a la espiritualidad, se encontró con un hombre que lucía muy molesto, quien al verlo de inmediato comenzó a insultarlo. 

Encolerizado y lleno de ira le dijo a Jesús que antes era ciego y que él había hecho que recuperara la visión. Cuando uno de los discípulos asombrado le preguntó la causa de su enojo, ya que Jesús lo que había realizado era una gran obra de caridad. Ante la interrogante el hombre encolerizado le respondió, que vivía tranquilo siendo ciego, pero que ahora no podía contener su lujuria y se había convertido en un adicto a la prostitución.

Jesús un poco apenado por la situación que atravesaba ese ser humano, siguió su camino para continuar con su labor altruista y reafirmando su criterio de que todo lo hacía por amor sin esperar nada a cambio. “Que mi mano izquierda no sepa lo que hace la derecha”, ese era su lema de hacer las cosas de manera desinteresada y pretérito de virtud hacia sus semejantes.

Un poco más adelante de haberse encontrado con el reclamante por haberle devuelto la vista, se encontró con un joven que le ripostó con indignación y violencia verbal, el haberlo curado de su estado de invalidez. Le dijo en tono enérgico a Jesús que antes vivía muy bien pidiendo limosnas, pero que ahora no tenía ninguna justificación para no salir a trabajar. ” Ya nadie me regala nada, todos me reclaman que salga a trabajar”, expresó en tono airado.

Jesús un poco agobiado, pero con una clara comprensión de la naturaleza humana, continúa el camino con su excelsa obra de amor, obviando las quejas e insultos. Los discípulos sorprendidos por su actitud, le reclaman que responda ante semejante ingratitud, a lo que Jesús le responde, hay que hacer el bien simplemente por hacerlo, porque cuando esperas algo, ya tu obra de amor, pierde sentido y significado.

No habían recorrido un kilómetro cuando se encuentran con un anciano, que subido en un árbol, con una soga alrededor del cuello se disponía a suicidarse. Jesús se detiene justo debajo del árbol y le pregunta la razón que lo impulsaba a tomar tan infausta decisión, a lo que el anciano le respondió con mucha amargura, que él era el único responsable, por haberlo resucitado, dándole de nuevo la vida.

El anciano exclamó que nadie lo consultó para traerlo de nuevo a la vida, donde lo único que tenía era sufrimiento y dolor, por lo que entendía que estaba mejor muerto, que vivir con tantas dificultades, angustias y preocupaciones. Por esa razón le enrostró el anciano a Jesús, que iba a realizar lo que sentía y quería, que era no seguir en este mundo tan difícil y complicado.

ENSEÑANZA:

Cuando decidas hacer el bien esperando compensación y agradecimiento, simplemente estarás sentando las bases para sufrir grandes decepciones, frustraciones, desengaños y traiciones. Por eso siempre es oportuno interiorizar las palabras de Jesús: “Que tu mano izquierda no sepa lo que hace la derecha”. 

La naturaleza humana, con determinadas excepciones, es inclinada hacia la ingratitud, porque los sentimientos negativos, como la envidia y los celos, siempre acompañados del morbo, tienden a prevalecer sobre los sentimientos nobles como el amor y la virtud.

Pero como Jesús que predicó los más sanos y puros sentimientos, también existen personas que valoran la existencia, al margen de los contratiempos, que hacen que la vida no ocurra tal y como quisiéramos que ocurriera. La clave para la felicidad es simplemente hacer las cosas cada día, sin expectativas de gratitud, porque si a Jesús de una gran cantidad de leprosos que curó, sólo uno se devolvió para darle las gracias, que pueden esperar los simples mortales.

Redacción

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