En mi más reciente obra “Fuente de sabiduría “, hay un relato de origen oriental, que quiero compartir con ustedes, que se refiere al efecto devastador que pueden causar los rumores y las intrigas, cuando son manejado sin inteligencia emocional y poca sabiduría.
Se refiere a un rey muy respetado por todos, por su gran capacidad para gobernar, su alto nivel de justicia, su inclinación a la virtud y la bondad. Tenía varias décadas gobernando y había logrado mantener su reino tranquilo en tiempo de paz, aunque al mismo tiempo su capacidad para dominar la estrategia política y militar, impedía que nadie intentara atacarlo.
El rey tenía un hijo ya adolescente, que era su preferido y a quien entrenaban para sucederlo los mejores filósofos e intelectuales de la época. También recibía un fuerte entrenamiento militar, forjándose de esta manera una férrea disciplina personal.
Como los reinos vecinos conocían que la debilidad del rey era su hijo, procedieron a organizar un plan que culminó con el secuestrado del vástago. A partir de ese momento se inició un período de incertidumbre, que llegó al punto, donde el rey se comprometió a enviar una persona a negociar la libertad de su hijo.
El rey para este delicado tema, escogió a la persona de mayor confianza, su primer ministro, el cual debía partir de inmediato a la zona donde estaban los autores del secuestro con el hijo del rey. El primer ministro era una persona con una gran sabiduría, por lo que antes de partir le pidió al rey una última reunión.
En ese encuentro el primer ministro le preguntó al rey, que si alguien le decía que había un cocodrilo en el palacio lo creería, a lo que el rey contestó de inmediato que no. Entonces el primer ministro le dice, que si son dos personas que le dicen eso, entonces el rey le dijo, que lo dudaría. El primer ministro entonces vuelve a la carga y le dice que si son tres que pensaría, a lo que el rey le contestó, que había que actuar de inmediato porque era verdad.
El primer ministro entonces le lanza al rey el dardo de los partos y le dice que eso podría pasar mientras esté en tierras lejanas negociando con los secuestradores, que muchas personas le hagan llegar rumores, chismes e intrigas sobre él. Concluyendo el primer ministro con lo siguiente; “ Estaré lejos y no podré defenderme de los cortesanos”.
El rey le manifestó que se fuera tranquilo, porque era la persona que más confiaba en la vida, que era su amigo desde que tenía uso de razón y que jamás dudaría de su lealtad. “Estarás allá como si fuera yo”, concluyó el rey como despedida.
Pasaron los meses y el primer ministro no regresaba, por lo que comenzaron a circular los rumores, que de una u otra manera hacían llegar el rey. Decían que el primer ministro se estaba dando la gran vida, con el dinero que llevó para las negociaciones. Que se había hecho amigo de sus adversarios, compartiendo con ellos vinos, mujeres y buenas cenas.
En principio el rey ni se molestaba por esos rumores, pero en la medida que fue pasando el tiempo, comenzó a dudar, ya que los rumores eran de dominio público y se comentaban en todos los lugares, desde casas de familias, hasta en cada taberna y lugar del reino.
El tiempo siguió pasando y el rey cada día estaba más molesto y su cabeza llena de dudas, porque hasta en su familia los rumores se esparcían como pólvora. Al cumplirse los 6 meses de haber salido el primer ministro a la misión encomendada por el rey, llegó éste con el hijo del rey sano y salvo. Las negociaciones duraron mucho, pero fueron magistralmente y pacientemente manejadas para que culminaran con el objetivo logrado.
El rey recibió al primer ministro con su hijo, le dio la mano a su amigo y hermano de toda la vida, pero jamás le dirigió la palabra.
Este relato nos enseña hasta qué punto los rumores, chismes e intrigas, pueden penetrar en la mente de una persona buena, llenándolo de dudas e incertidumbre. Esos efectos provocados desde el exterior por personas adictas a esa práctica, pueden lograr lo que años de amistad han permitido cultivar.
En ocasiones es mejor cuidarse de los “amigos”, que de los enemigos, porque de estos últimos sabes cuales son sus intenciones, pero los primeros, desde dentro pueden llevarte a cometer errores graves, porque tienen acceso a tu intimidad.
Esto se da en todas las esferas de la vida, aunque en política por los intereses que implican, se manifiestan con mayor intensidad. Por eso los candidatos deben cuidar mucho su entorno, oir pero no creer todo, escuchar pero siempre evitar tomar decisiones por cualquier rumor, esperando siempre hacer la reflexión adecuada, para actuar con la cabeza fría como un hielo.
El candidato debe cuidarse de los que se hacen llamar, “enchinchadores”, porque son mucho más peligroso que los adversarios, ya que al estar cerca, pueden a cada momento descargar sus dardos envenenados. Son fácil de identificar, porque por lo general quieren aparentar ser los más leales y preocupados por el proyecto, actuando siempre con un estilo inclinado hacia elevar el ego del candidato, son especialistas en tumbar polvo y lavar saco como se dice en la jerga popular.
Aunque si investigas el historial de este tipo de personas, podrás observar de inmediato que nunca han sido leales a nadie, que cambian de jefe “admirado”, como cambiar de camisa. Es cierto que esos difusores de rumores y chismes, siempre existirán, son parte de la vida, pero de lo que se trata, es aprender a identificarlos a tiempo, para que sus intrigas no te lleven al fracaso total.
Las tormentas, terremotos e incendios no pudieron con el árbol milenario, pero una simple carcoma, debilitó su poderío hasta caer débil hacia el vacío. Las carcomas en los árboles, son como los rumores y chismes en la mente humana.